Por: César Ortiz Anderson
Especialista en Seguridad Ciudadana y presidente de Aprosec
Al ser la criminalidad activa y dinámica le es fácil cambiar su modus operandi, más aún cuando tenemos una nutrida delincuencia extranjera. No se trata de xenofobia, pero en Aprosec les brindamos cifras para que hagan un análisis del por qué insistimos tanto en este factor. En el 2017 habían 37 internos venezolanos en nuestras prisiones, ahora hay mas de 1,300; la cifra habla por sí sola.
Hay que señalar que del más de millón 100 mil venezolanos que ingresaron a nuestro país, solo el 1.8 % era indocumentado o había tenido problemas delictivos, algunos de ellos integrantes de peligrosas bandas como la del ‘Tren de Aragua’ o ‘Los malditos del Rolex’. Lo cierto es que hablamos de aproximadamente 20 mil venezolanos al margen de la ley.
La delincuencia en general se ha especializado en los diversos crímenes que se cometen a diario en diferentes ciudades del país. El delito al paso, en la modalidad del raqueteo, es la forma más usada, casi siempre son motos lineales con dos delincuentes en ellas que arranchan celulares, mochilas, carteras, objetos en general. Los paraderos o puertas de las viviendas son sus lugares favoritos. También hay los que usan mototaxis o automóviles.
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Los delincuentes se mimetizan de acuerdo a las características de la victima. Además, se valen hasta de los elementos que nos sirven para evitar el contagio del COVID-19, como las mascarillas o protectores faciales, para no ser identificados.
Otra modalidad son los asaltos a los vehículos particulares en los semáforos o congestiones vehiculares, los delincuentes usan una bujía para romper el vidrio de la luna y meterse dentro para arranchar lo que puedan.
También están los carteristas y asaltos que ocurren en el transporte publico; los falsos taxistas; robos de viviendas, vehículos y autopartes; falsos taxistas; los marcas en bancos o cajeros; los que asaltan bancos con la modalidad del cajoneo.
Están los falsos delivery que ingresan a robar en edificios y condominios, el pandillaje, los extorsionadores y el sicariato. Asimismo, tenemos una modalidad que se triplicado desde inicio de pandemia: la ciberdelincuencia en todas sus modalidades como estafas, fraudes, entre otros.
Tenemos una seguridad pública que ha sido superada por la delincuencia, un serenazgo que está muy limitado en su accionar, no cuenta con un marco legal que respalde su actuación y no pueden ni hacer uso de armas no letales para neutralizar a un delincuente.
Además, tenemos una justicia que no está a la altura de las circunstancias, muchos delincuentes son liberados a las pocas horas de ser capturados, con la clásica puerta giratoria que multiplica el delito al aumentar la impunidad.
Los ciudadanos que carecen de una cultura de seguridad preventiva, una comunidad que se ‘automedica’ contra la criminalidad, que contrata seguridad informal, no son solidarios como vecinos y no presentan la denuncia si son víctimas o ven algo sospechoso o inusual en sus zonas.
Por ello, desde Aprosec insistimos en que además de las respuestas de seguridad pública, sean los propios ciudadanos los que tengan que asumir una cultura de seguridad preventiva como norma de vida, seguir una serie de consejos y protocolos de acuerdo a nuestro riesgo que nos hagan menos vulnerables y cuando estemos en una crisis de inseguridad con delincuentes armados, no enfrentarlos. Su integridad física y su vida corren peligro.