Por: César Ortiz Anderson
Especialista en Seguridad Ciudadana y presidente de Aprosec
Hay evidencias de que ya se comienzan a sentir los efectos colaterales de la pandemia. Así como el COVID-19 afectaba al principio a los de mayor edad y los que tenían enfermedades preexistentes, después de más de 15 meses los que se ven más afectados son los que tienen algún tipo de problema psicológico.
Las adicciones al alcohol y drogas, los ludópatas, incluso la violencia intrafamiliar también se incrementaron en todos estos meses. Pero, el virus lejos de acabar está mutando en variantes más contagiosas y agresivas (como la delta), lo que probablemente lleve al Gobierno a imponer varias restricciones.
Al respecto, es interesante el trabajo de investigación presentado por varias universidades españolas, como del equipo integrado por Nekame Balluerca, Juana Gómez, Arantxa Gorostiaga, José Pedro Espada, entre otros profesionales, respecto a los efectos de esta pandemia.
Ellos han podido demostrar que la crisis sanitaria causada por el coronavirus, y las posteriores restricciones implantadas por su causa, han propiciado cambios de conducta en consumo y hábitos. Este trabajo resalta un incremento en el consumo de sustancias potencialmente adictivas, incluyendo el tabaco, cannabis y alcohol.
En sus conclusiones, este estudio señalan que a la par de las medidas sanitarias, urge repotenciar la resiliencia, las relaciones intrafamiliares, así como la atención especializada a los grupos más vulnerables, para con ello minimizar el impacto psicosocial de la pandemia en la población.
Finalmente, esperamos que este Gobierno tome en cuenta estas referencias y trabaje los efectos psicológicos del coronavirus en la población peruana. La salud mental es tan importante como lo fisiológico.
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