Con 48 años, la profesora de educación inicial ha demostrado desde ya ante cámaras la elegancia y respeto con que vestirá el título protocolar
Educada y de una fe gorda, así podemos empezar a delinear a la próxima primera dama de la Nación, Lilia Ulcida Paredes Navarro. La esposa del presidente electo Pedro Castillo ha demostrado en sus distintas declaraciones a la prensa ser una mujer devota y poseer, además, un temple sereno, seguro y robustamente respetuoso, incluso ante aquellas preguntas que despertarían el ceño de cualquiera.
Nacida el 23 de abril de 1973 en el distrito de Anguia, provincia de Chota, Cajamarca, la docente de educación inicial es consciente de la enorme responsabilidad que encarna la banda presidencial; sin embargo, no se amilana y lleva la firme convicción que su esposo “José” –como lo llama- va a cumplir con lo prometido. Ella, por su parte, lo apoyará en todo lo que esté a su alcance.
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“Yo sé que sí se va a lograr, confiando en Dios, todo va a salir bien”, expresó convencida desde su casa ubicada en el distrito de Chugur, a donde la prensa nacional llegó para conocerla. La mujer de 48 años, que también es artesana, tejedora y ganadera, contestó sin timidez las interrogantes de los hombres y mujeres de prensa.
Ingenio y figura
Algunas dudas revelaron la fe cristiana evangélica de quien es miembro de la Iglesia del Nazareno, y otras, la elegancia en valores que viste una persona dedicaba a educar a niños. La ociosa pregunta que le quita el sueño a los amantes de los ‘magazines’ no podía faltar en el cambio de mando en medio de una pandemia mundial de salud: “¿Están pensando en su vestimenta adecuada?”.
Para sorpresa de la reportera radial, la primera dama del Bicentenario sorteó con ingenio y figura la duda planteada: “La vestimenta no hace a la persona, las buenas acciones son lo más importante que uno puede hacer con la gente más humilde del Perú”.
Sin embargo, no faltaron las burlas y las ínfulas de superioridad respecto a los modismos y variedades del castellano que realiza alguien cuya lengua materna es el quechua. La aclaración hecha por Lilia sobre que su familia no haría ninguna “festejación” por la promulgación de Pedro Castillo como presidente reavivó las raciones de racismo y discriminación de la segunda vuelta electoral.
Tuvo que aparecer un grupo de lingüistas al otro lado del océano para poner paños fríos y precisar que “festejación” -la palabra sostenida por Lilia Paredes en dos ocasiones- “no es una formación incorrecta por su morfología, como derivado de “festejar”, que tiene alguna documentación” y que, además, las variedades de las lenguas son válidas y naturales.
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Amor y familia
La sobrecarga de negatividad, expuesta sobretodo en redes sociales, no alcanza a la alegría que hoy abrazan Alondra, Arnold y Jennifer, los tres hijos de Lilia Paredes y Pedro Castillo. La familia hoy ultima detalles para su próximo viaje a Lima, a donde se mudarán para acompañar al próximo presidente de la República durante los cinco años de gobierno. “Unidos se trabaja mucho mejor”, apuntó Lilia.
De momento, no sabe si vivirán en Palacio pues no lo ha conversado con su esposo, con quien, para ella, ponerse de acuerdo es “muy importante”. Y es que aunque los dos educadores han tomado decisiones juntos en sus 21 años de casados, comparten su vida desde hace mucho: se conocieron en la escuela primaria, y estudiaron juntos la secundaria y la carrera docente en el Instituto Superior Pedagógico Octavio Mata Contreras de Cutervo.
“Allí nos conocimos mucho mejor”, asegura la próxima primera dama. Por todo ello, Paredes Navarro conoce de cerca las “carencias y dificultades” que el joven Castillo experimentó al vivir en una zona rural y que, aún hoy, observan ambos en su localidad. “Es un hombre de campo y sabe de las necesidades de las personas. […]Él va a hacer un buen gobierno”, comentó.
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“Hay mucha gente que lo quiere minimizar, que no lo quiere ver prosperar, pero sé que tiene mucha voluntad y sé que lo va a lograr. Va a hacer mucho por el país y saldrá triunfante de estas cosas”, aseveró. Desde Chugur, adelantó su deseo porque se continúe con el proceso de vacunación y se trabaje por la salud, la educación y la agricultura.
Por su parte, observa que su rol como primera dama “implicaría acompañar” a su esposo y trabajar en los programas sociales. “Me interesa apoyar a las mujeres, veo el maltrato que sufren. Además, como maestra que soy, me inclino por el bienestar de los niños. Me da mucha pena saber que son violados. Eso a mí me destroza”, manifestó a la prensa.
La maestra desea atender “todos los reclamos de las mujeres, y en general, de los problemas que se presenten” -pues los considera importantes-, por eso le gustaría tener un despacho en Palacio de Gobierno para estar siempre presente. Mientras tanto, en casa, sus hijos, sobre todo Alondra la menor, están seguros que su “papito” hará todo por la juventud, los niños huérfanos y los enfermos, tal y como se los prometió.