El maestro de primaria, rondero y sindicalista rural se convertirá en el primer mandatario alejado de las élites intelectuales, políticas y económicas del país
Nacido en el caserío San Luis de Puña, en el distrito de Tacabamba, provincia de Chota, en uno de los departamentos más pobres del Perú: Cajamarca, el virtual presidente de la República, José Pedro Castillo Terrones contrasta en sus orígenes con cualquier otro mandatario que la nación peruana haya elegido.
El tercer hijo de Ireño Castillo Núñez y Mávila Terrones Guevara, dos campesinos analfabetos dedicados a la agricultura, nació el 19 de octubre de 1969, cuatro meses después de que, tras la reforma agraria hecha por el general Juan Velasco Alvarado, su padre dejará de pagar a un terrateniente el alquiler por la tierra que trabajaba.
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El profesor
En Puña, esa localidad sin saneamiento y electrificación, el hoy profesor de primaria estudió hasta 3er grado en la escuela rural N.° 101123. Luego, ante la ausencia de colegios con educación básica completa en el lugar, decidió asistir a la escuela rural N.° 10475 del caserío de Chugur, en el distrito de Anguía, ubicado a dos horas de su vivienda.
Los padres de Pedro Castillo y su familia se dedican al cultivo de cereales para el autoconsumo y el comercio de papa blanca y arveja.
“Se levantaba a las cinco de la mañana, cargaba su fiambre y su alforjita. Llegaba más temprano que los alumnos que vivían cerca”, narra su hermano José Mercedes Castillo Terrones en el documental ‘El Profesor’. Su madre, por su parte, recuerda en diálogo con el diario El País, que los vecinos le comentaban que el niño que cruzaba los senderos hasta su colegio movía los brazos con vehemencia, como si estuviera loco.
“No haga caso, no estoy enfermizo. Voy haciendo mis tareas, escribo en el aire. Así cuando llego a clase ya me lo sé”, recuerda así la señora Mávila las palabras de su hijo. Después, como muchos chicos de campo, Pedro tuvo que dedicarse a la tierra: viajó con su hermano José Mercedes a cultivar arroz en la Amazonía peruana y a vender helados para ahorrar dinero y pagarse la secundaria.
Dos años después de concluida su primaria, ingresó recién al colegio Arturo Osores Cabrera, en el distrito de Anguía, para estudiar la secundaria y fue ahí donde conoció a Lilia Paredes Navarro, su futura esposa y madre de sus hijos: Arnold, Alondra y Jennifer, hermana menor de Lilia a quien ambos cuidaron como hija propia.
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Al terminar la secundaria, Pedro estudió en el Instituto Superior Pedagógico Octavio Matta Contreras, en Cutervo, otra de las trece provincias de Cajamarca, y, posteriormente, obtuvo un bachiller en educación y un máster en Psicología Educativa por la Universidad César Vallejo (UCV). A la par, desde 1995, se desempeñó como profesor de primaria en la institución Educativa Primaria Nº 10465, en su natal Puña.
Pedro Castillo y Lilia Paredes, su compañera de clase y ahora esposa, cuando solo eran estudiantes en Cajamarca.
Camino político
Desde su adolescencia, el estudiante Castillo formó parte de las rondas campesinas de Puña, organización que protege a la población de la delincuencia y que, en la época de terrorismo, confrontó a Sendero Luminoso y evitó su avance en la zona. Aunque viajó a Lima a los 21 años para dedicarse a trabajos de mantenimiento y venta de periódicos mientras ahorraba, el interés por los problemas en su país nunca lo abandonó.
“Cuando conversábamos sobre temas de actualidad, siempre se mostraba preocupado por los temas políticos y por los temas sociales se mostraba mortificado. Señalaba que había muchísima desigualdad”, comenta Humberto Mayorga, exjefe de Pedro Castillo en Lima, en el documental ‘El Profesor’.
Con el tiempo y con la experiencia docente acumulada, en el 2002 postuló a la alcaldía de Anguía con Perú Posible, partido del economista chimbotano Alejandro Toledo –el primer presidente tras la dictadura fujimorista-, sin embargo no logró el cargo. Aun así, se mantuvo desde 2005 en el comité del partido en Cajamarca hasta 2017, cuando la inscripción de Perú Posible fue cancelada.
En paralelo, cultivó un trabajo dirigencial en el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú (Sutep) Provincial de Chota. Aunque, entre 2009 y 2010, la prensa local registró el emergente liderazgo del profesor chotano en medio de un conflicto entre dos facciones del magisterio, fue en 2017 cuando su nombre adquirió notoriedad en la coyuntura nacional.
Ese año, por 75 días, José Pedro Castillo Terrones dirigió el “Comité de Lucha” de la huelga de profesores desatada en varias regiones del país, por medio de la cual exigían el aumento de sueldos para los maestros peruanos, el incremento del presupuesto para este sector y la derogatoria de la Ley de la Carrera Pública Magisterial.
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La protesta culminó con nuevos beneficios tanto para profesores nombrados como contratados, con la posterior negativa de confianza al gabinete Zavala durante el Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, y con el estigma de “terroristas” a los maestros por presuntos vínculos, denunciados por el exministro del Interior Carlos Basombrío, con el Movadef: partido que busca la liberación de presos senderistas.
Al igual que muchos maestros, Pedro regresaría a las aulas y, por su parte, ocuparía el cargo de secretario general de la Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú (Fenatep), entrelazando una vez su trabajo como rondero, maestro y sindicalista rural. Su esposa Lilia confiesa que, tiempo después, muchos partidos lo invitaron a participar en sus listas congresales para Cajamarca.
Por su dirigencia en la huelga magisterial, Pedro Castillo es relacionado al Conare-Sutep, fracción del magisterio con vínculos con el Movadef.
“Después surgió la idea de crear un partido político de maestros, pero por el motivo de la pandemia los profesores ya no pudieron inscribirlo. Así, conversaciones por acá y allá, hubo la oportunidad que le cedieran Perú Libre”, comentó la también profesora Lilia Paredes Navarro.
Perú Libre y sus retos
Alejado de las élites intelectuales, políticas y económicas del país, Pedro Castillo Terrones postularía a la Presidencia con el partido fundado por el médico Vladimir Cerrón, quien estuvo impedido de hacerlo debido a sus condenas por corrupción. Este fue y es quizá el más grande escollo para el maestro sindicalista: Cerrón y el partido que se define marxista leninista mariateguista.
Lejos de ser un ideólogo comunista, Castillo mantiene una línea conservadora en lo social estrechamente ligada con sus valores católicos (no políticas como el aborto o el matrimonio homosexual), y firme respecto a sus objetivos de cambio de la sociedad (cero planillas doradas y priorizar educación y salud a través de un nuevo pacto social).
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Ahora, al lado de técnicos de una izquierda progresista, como Pedro Francke, ha moderado las medidas económicas radicales propuestas inicialmente, ha pasado de una economía popular de mercados a una mixta, y ha expresado su compromiso con políticas que garanticen la igualdad para hombres y mujeres.
El hombre de 51 años que hoy espera portar la banda presidencial del Perú; el devoto de la Virgen de los Dolores; que reside en el caserío de Chugur, del distrito de Anguía, en la casa familiar de su esposa Lilia; lleva dos compromisos democráticos consigo, la esperanza de quienes realmente confiaron en él y el legítimo recelo de quienes ven en él una amenaza para la estabilidad económica y social del país.
Tocará esperar para ver la materialización de aquel lema blandeado a lo largo de la campaña electoral: “¡No más pobres en un país rico!”.
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