Por: César Ortiz Anderson
Especialista en Seguridad Ciudadana y presidente de Aprosec
En el Perú, en cuanto a la actitud ciudadana frente al problema del accionar terrorista, podemos identificar dos grupos de personas diferenciados según un criterio generacional:
a) Los ciudadanos que hemos vivido la barbarie terrorista de los movimientos de ideología comunista de las décadas de los ochentas y noventas, tanto por parte de Sendero Luminoso como por el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA); y
b) Una gran mayoría de jóvenes que han conocido de manera muy superficial el accionar del terrorismo en el Perú en el periodo histórico reciente -mal explicado muchas veces en textos educativos que no se preocuparon por ello, además de ser un tema tabú en muchos hogares-, al no haber ni material ni un análisis serio de lo que fue el terrorismo en nuestro país.
Durante los últimos años, Sendero y el MRTA, focalizados en el Vraem, han realizado constantes ataques a la población, las Fuerzas Armadas y policiales. Y, es precisamente en tiempos electorales donde sus ataques se intensifican.
Los últimos gobiernos no tomaron el toro por las astas y no vieron el grave problema que era la alianza entre el narcotráfico y terroristas en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), que abarca 4 Regiones: Ayacucho, Cuzco, Apurímac y Junín. Estamos hablando de zonas muy extensas y de geografía complicada.
Hoy, el número de terroristas no es poco y están bien apertrechados y armados. Además, se calcula a la fecha más de 20 mil hectáreas de cultivo de coca, la presencia del Estado es muy escaza y se puede decir que los narcoterroristas la consideran una zona liberada.
Los atentados en manos de los narcoterroristas son una constante en toda la zona y, extrañamente, ya se han dado en los años 2011 y 2016 a poco tiempo de elecciones generales. Curiosamente la historia se vuelve a repetir a tan solo dos semanas de la segunda vuelta.
Históricamente, Sendero Luminoso inicia su largo historial demencial de atentados, asesinatos y ataques a la propiedad pública y privada con un atentado a una oficina electoral en Ayacucho el 17 de mayo de 1980.
Ese fue el día señalado para la celebración de los comicios electorales que devolverían la democracia al Perú después de 12 años de dictaduras militares. Es decir, hace 10 días se cumplieron 41 años del atentado de Sendero al local del registro electoral de Chuschi, en el que se destruyeron 11 ánforas. Sería el inicio de una de los periodos más tristes de la historia del Perú.
La irracionalidad y la demencia con la que los grupos terroristas perpetran sus ataques a la humanidad no nos permite explicar con claridad la relación entre el atentado producido en el Vraem el pasado fin de semana con la segunda vuelta electoral entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo.
Es una combinación explosiva que crea la tormenta perfecta dentro de la extrema polarización ideológica a la que ha llegado la democracia peruana en esta campaña electoral.
Buscar conexiones y/o relaciones sensatamente racionales a estas alturas resulta peligroso para la salud mental y la moral de la población peruana, porque es caer en la trampa del terrorismo, cediendo a algo que subyace bajo el miedo, que es la convivencia y la normalidad ante los atentados, asumiendo su participación -por la coacción- en el devenir político de nuestra sociedad.
Por eso, propongo el embanderamiento general en todo el Perú este fin de semana, en señal de rechazo al atentado ocurrido. Hagamos flamear nuestra bicolor como protesta contra el terror.