Inglaterra y Escocia retomaron las medidas restrictivas para evitar la propagación del virus. Pese a la rapidez en su transmisión, no se tiene evidencia sobre su letalidad
Una nueva variante de coronavirus fue detectado en el Reino Unido. De acuerdo a lo informado por el primer ministro británico, Boris Johnson, la nueva cepa del virus, registraba en las zonas sur, sureste de Inglaterra y en Londres, tiene una capacidad de transmisión de hasta un 70% más que la original, lo que significa que los contagios crecen más rápido entre la población.
Pese a la nueva información, los datos preliminares son insuficientes para concluir que esta nueva variante de coronavirus produzca síntomas más graves o, incluso, incremente la letalidad. Para noviembre de este año, el Gobierno británico encontró en Londres un 25% de los casos contagiados por la nueva cepa, mientras que para diciembre la cifra subió a 62%, por ello han implementado severas restricciones para el tránsito social de cara a las fiestas de fin de año.
¿Es grave el hallazgo?
Según el epidemiólogo peruano Mateo Prochazka, las mutaciones en los virus son bastantes comunes cuando estas hacen copias de sí mismas para infectar a otras células. “Muchas mutaciones son simples errores que no tienen consecuencias, pero algunas van a tener consecuencias en la estructura del virus (fenotipo)”, señala.
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Precisamente, desde su salto a los humanos, se han hallaron un promedio de dos mutaciones del coronavirus por mes. Tan solo a inicios de noviembre el Gobierno de Dinamarca ordenó sacrificar a millones de visones luego de detectarse una variante de coronavirus en las granjas de cría con cuatro nuevas mutaciones.
Lo trascendental de sobre la nueva variante que informó el Reino Unido es que presenta presenta 20 mutaciones: 14 no sinónimas, es decir de cambio sustancial, y seis sinónimas, de modificaciones sin mayores consecuencias. “La nueva variante tiene las mutaciones en la proteína S, una proteína de superficie que le permite al virus entrar al organismo (seres humanos)”, detalla Prochazka.
La nueva cepa fue registrada por primera vez el 20 de septiembre en Kent, al sur de Inglaterra, y el 21 del mismo mes, en Londres, en la capital del país. El epidemiólogo de la Public Health England, Mateo Prochazka, indica que esta variante ha adquirido dominancia, es decir ha reemplazado al virus salvaje como la principal variante que se trasmite en la epidemia en Inglaterra.
Posibles riesgos
Aunque no se tiene evidencia sobre la letalidad de la nueva cepa, al ser de rápida transmisión, desde el punto de vista epidemiológico, podría traducirse en curvas más altas y necesidades de medidas de control más estrictas y más largas para evitar la propagación de virus. Y, como consecuencia, los hospitales se llenarían más rápido y no podrían atender a todas las personas.
“Si el factor de crecimiento del virus es más alto esto quiere decir que nuestra capacidad de hospitales que antes podía llenarse en dos semanas a medida de la ola ida subiendo, ahora podrían llenarse en solo una. Es una hipótesis que grafica la naturaleza del cambio”, añadió Prochazka.
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Por otro lado, el epidemiólogo aclaró que los datos preliminares confirman que esta variante no tenga respuesta a los anticuerpos, por lo que no hay evidencia de que no vaya a responder a las vacunas. Tampoco se sabe si las personas que ya tuvieron COVID-19 puedan reinfectarse. “No es esa la naturaleza de la variante”, concluyó Mateo Prochazka.
De momento, son tres farmacéuticas las que tienen más avanzados sus proyectos de vacunas: Pfizer/BioNTech, Moderna y Oxford Astrazeneca, todas con un método que entrena al sistema inmunológico a responder frente a un invasor. Solo Pfizer/BioNTech inició la inoculación en ciudadanos del Reino Unido y Estados Unidos.
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