El exdirector de Salud Mental del Ministerio de Salud brindó algunos consejos sobre cómo sobrellevar de manera saludable el distanciamiento social a causa del COVID-19
Luego que el 11 de marzo de este año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarase pandemia el brote de COVID-19, y que diversos países adoptaran medidas restrictivas para detener la propagación del nuevo coronavirus entre su población, surge, además de las evaluaciones materiales sobre los daños a la salud física y a la economía, un interrogante pendiente: ¿cómo manejar la falta de contacto humano entre seres sociales?
Pica News conversó con el médico psiquiatra Carlos Bromley Coloma, exdirector de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsa), sobre las consecuencias del confinamiento y distanciamiento social en la salud mental de las personas, y cómo convivir de manera armoniosa con un contexto adverso.
¿Cómo está afectando el aislamiento y distanciamiento social a las personas?
El Instituto de Estudios Peruanos (IEP) hizo una encuesta y encontró que 7 de cada 10 peruanos afirmaron haberse sentido ansiosos o angustiados durante la cuarentena. El Minsa, en coordinación con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), hizo también una encuesta a 58,349 personas y encontró que el 28.5% de todos los encuestados refirieron presentar sintomatología depresiva y, de este grupo, el 41% presentaron sintomatología asociada a depresión moderada o severa, e inclusive el 12.8% refirió filiación suicida.
Eso nos da una idea de lo que enfrentamos en el Perú, a través de algunas encuestas. Estos resultados no son distintos a los que encontramos en diferentes partes del mundo donde los síntomas de ansiedad y depresión, teniendo como base el estrés, están incrementando cada vez más con motivo de la pandemia por el coronavirus.
Otro dato: la línea 113, opción 5, del Minsa, donde las personas llaman para solicitar algún tipo de consejera en temas de salud mental, ha recibido alrededor de 80 mil llamadas telefónicas. En enero, en los centros de salud mental comunitarios, hubieron 441 atenciones; en marzo, cuando ya había empezado la cuarentena en el país, el número se incrementó a 5,533 y, al 18 de septiembre, la cantidad es un acumulado de 716,325 atenciones.
¿La gente por qué está consultando? por tener ansiedad, estrés y depresión. Uno de los síntomas más referidos es el insomnio y diferentes problemas intrafamiliares con los hijos o la pareja. Tenemos datos duros que en nuestro país el confinamiento por el coronavirus está ocasionando un incremento de los problemas de salud mental.
¿Estos síntomas pueden estar relacionados a la naturaleza gregaria del ser humano que se ha visto quizá afectada por el aislamiento y, ahora, distanciamiento social?
Sí. En principio, nosotros como seres humanos estamos acostumbrados a ejercer la libertad. Tenemos una rutina de vida basado en el ejercicio de nuestra libertad a través de la cual podemos salir de la casa, ir a un cine, al trabajo, a relacionarnos entre nosotros como según nuestras emociones y sentimientos lo dictaminen, guardando distancia o abrazándonos. El ejercicio de la libertad en cualquier sentido. Eso de un momento a otro se cortó y nos hemos visto privados del ejercicio de nuestra libertad por el confinamiento. De un momento a otro nos vimos confortados con la realidad de protegernos y de cuidarnos para no enfermarnos o morirnos eso ha ocasionado en el ser humano estrés, ansiedad y perturbación emocional.
Mencionó casos de conflictos en familias que conviven en una misma casa, ¿cómo se puede explicar este tipo de problemas para socializar?
La vida antes de la pandemia era una vida social diversificada, donde yo alternada mi convivencia con mis familiares, mi pareja, mis hijos, con la convivencia externa, los compañeros de trabajo, los amigos en el barrio. De un momento a otro nos hemos visto obligados a vivir solamente con pocas personas, con nuestros familiares consanguíneos o políticos en la casa: cuatro o seis personas viéndonos las caras las 24 horas del día, antes lo hacíamos solo 4 o 6 horas. En ese estado ha habido un cada vez mayor sinceramiento de la relación y, en algunas parejas, esto ha llevado a confrontaciones, discrepancias, discusiones y al extremo que, ya hay una data inicial, están pensando en separarse. Igual con los chicos, que salían a hacer sus clases, a ver a sus amigos, a pasear en bicicletas, ahora están encerrados en sus casas, esto les genera poco tolerancia y a los adultos también. Esto nos da dificultades para relacionarnos entre los que estamos metidos en una misma casa viviendo juntos.
La pandemia también ha generado problemas económicos y financieros. Hay gente que ha perdido el trabajo, ha visto reducidos sus ingresos y las personas tienen deudas, hay que pagar la casa, el colegio, la universidad, además de lo básico de ir a comprar los alimentos. Esto también genera preocupación y estrés, lo que repercute sobre la salud mental de las personas.
¿Cómo manejar el encierre y la falta de vida social producto de la pandemia?
Hay que mantenerse ocupados, hacer una rutina diaria de actividades: trabajo remoto, ayudar con las tareas domésticas, entretenernos, un horario para estar con los hijos, otro horario para realizar alguna que otra actividad. Tenemos que mantenernos ocupados durante el día, levantarnos temprano, asearnos, tomar desayuno, ponernos ropa de casa -hay personas que paran todo el día con el pijama y no puede ser-, hacer ejercicios para que evitar la vida sedentaria.
Hay que mantenernos ocupados, porque en mente ocupada no entran malos pensamientos, no entran malas emociones. Lo segundo es que hay que conversar, hablar con las personas con las que vivimos, desfogarnos con un familiar o, por teléfono, con un amigo o amiga. Hay que tener un confidente para expresar las emociones que estamos sufriendo por esta pandemia, eso se llama hacer catarsis y ayuda porque hace que las emociones que están contenidas se desfoguen, salgan, y eso tranquiliza, nos quita la carga que estamos teniendo.
Lo tercero, hay que guarda horarios, hay que dormir de noche y estar despierto de día, no invertir eso. Por último, hay que mantener el contacto con otras personas por lo menos por teléfono o videollamada, hay una serie de aplicaciones que se han activado ahora a través de los cuales podemos mantener contacto y estar al tanto de lo que pasa con nuestros seres queridos, no mantenernos aislados. De esta manera, vamos a poder tolerar los meses que aún queda para retomar la vida normal.
En los casos de las personas que ya presentan algún cuadro de depresión, ¿qué es aconsejable hacer?
Ya cuando sintamos que no podemos controlarnos, que estamos muy angustiados, que nos movemos de un sitio para otro o que estamos muy tristes, que lloramos, estamos muy sensibles, hay que buscar ayuda profesional. La ayuda profesional felizmente está siendo brindada actualmente por el Estado o por clínicas privadas, lo que ha cambiado es el sistema. En caso de extrema emergencia si hay el tiquete de atención en los centros de salud mental comunicatoria donde uno puede acudir a afiliarse. Pero cuando hay alguna emergencia per se, no hay que esperar, hay que buscar la consulta, se llama por teléfono y lo programan para una cita por teléfono o videollamada. No hay que descuidarse.
Para las personas que han visto afectada su economía por la pandemia, ¿qué vías ofrece el Estado para que los ciudadanos puedan recibir atención?
El Ministerio de Salud tiene la línea 113, opción 5, donde las personas pueden llamar para solicitar algún tipo de orientación o consejera en temas de salud mental. El Minsa también tiene, para la atención de personas con problemas de salud mental, los centros de salud mental comunitaria, que son establecimientos de salud en el primer nivel de atención con psiquiatras, psicólogos, enfermeras, asistentas sociales.
La atención en estos centros es gratuita porque las financia el Seguro Integral de Salud (SIS), inclusive la medicación es gratuita. Me parece que tenemos estigma, creemos que lo vamos a poder manejar todo, no podemos manejar todo. No hay que esperar empeorar, hay que rápidamente atenderse para no profundizar el problema de salud que uno pudiera estar comenzando a presentar.
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