Por: César Ortiz Anderson
Especialista en Seguridad Ciudadana y presidente de Aprosec
Me animo a escribir estas líneas porque ayer se cumplieron 20 años de un acontecimiento nacional, la presentación del video que fue el elemento probatorio que significó el principio del fin de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos.
No quiero dejar pasar el contarles que el 13 de noviembre del año 1992, cuando se gestó un golpe cívico contra Fujimori liderado por el general en retiro Salinas Sedó y un grupo de patriotas, dos meses después -por motivos de su seguridad- tuve que tramitar y asilar en la Embajada de Costa Rica en Lima al ingeniero y broadcaster Julio Vera Gutiérrez y al destacado político y abogado Alberto Borea Odría.
Aunque eran tiempos de mayor riesgo, era finalmente vital salvar a nuestro querido Perú, nuestro país, que ahora atraviesa una grave crisis en su historia nacional, donde se conjugan factores ligados a la corrupción, la inestabilidad política, la crisis económica, la angustia social acrecentados por la diseminación de una letal pandemia, complicada con la comisión de una serie de errores en la administración del Estado.
Recuerdo que en esa fecha tuve que enfrentar las pretensiones de la Comisión de Fiscalización del Congreso de la República, presidida e integrada por representantes apristas, curtidos en el propósito de hacer daño a quienes tan sólo defendían la democracia.
Los odios primaron por los hechos de 2001, concurrí repetidamente ante las notificaciones recibidas por dicha comisión -una a mi pedido- pero me enfrenté con la verdad como escudo; no obstante ello, fui sentenciado a pena suspendida por no haber pruebas en mi contra, sólo indicios basados en las calumnias y mentiras.
La justicia es una aspiración que toda persona busca satisfacer. ¿No es acaso conveniente para toda la Nación que el mandatario Martín Vizcarra Cornejo, se presente al Parlamento Nacional, que él mismo posibilitó que legislaran en este año?
Usted señor presidente, debería aceptar la invitación y decir su versión, pues el que tiene la conciencia limpia de no haber cometido una infracción penal así lo hace. Si usted sabe que no obró mal, afectando los intereses del pueblo, concurra; pues la amenaza de la vacancia, no puede sustentarse en tan sólo mentiras -que aun siendo reprochables- no alcanzan la dimensión para la aplicación de una medida tan radical que nos prive de la gobernabilidad y nos embauque a todos los peruanos en una inestabilidad sin precedentes en una caótica situación gubernamental en la que nos encontramos.
Señor presidente, no pierda usted la oportunidad de afrontar con hombría de bien los hechos ocurridos; no exacerbe a quienes quieren su vacancia, la misma, que observamos que en la mayoría congresal no es una prioridad ni intención. No se debilite más ante el pueblo; le aseguro que la mayoría aplaudiría su decisión. Queremos confiar en que no aparecerá otro elemento auditivo incriminatorio de real gravedad, pues de no ser así no encuentro razón alguna para declarar que su incapacidad moral tenga carácter permanente. No se apertreche en una demanda competencial ante el Tribunal Constitucional, no es una buena estrategia, pase usted al recuerdo de la historia nacional con entereza y firmeza. La verdad es necesaria, pero la sostenibilidad gubernamental en momentos tan críticos para el país, también.