Por: Naty Pineda
Me considero una mujer muy independiente. Nunca me gustó depender de alguien y me acostumbré a no hacerlo. Luché bastante y por mucho tiempo para salir adelante y lo conseguí. Ahora, que soy económicamente estable, me volví una viajera empedernida. Como no hay nada que me ate a un solo lugar, ni un amor que me sujete a su dominio, me gusta aventurarme a nuevos destinos.
Me gusta recorrer lugares diferentes, planificar el siguiente viaje y emprender la marcha. Siempre le doy gracias a Dios por las oportunidades que me da de conocer un nuevo amanecer, un anochecer con sus ocasos, todos los misterios de la naturaleza. Cada lugar a donde voy lo disfruto al máximo.
A mi edad madura he recorrido pueblos, ciudades, países y, si Dios me da más vida, seguiré viajando y conociendo los bellos paisajes; para mí, cada partida es una aventura. Muchos piensan que, por mis constantes salidas, viajo con un hombre, no entiendo por qué es tan difícil para las personas imaginar que una mujer no necesita de una compañía masculina para recorrer el mundo.
Por todo esto, la epidemia ha sido para mí una gran atadura, me tiene encerrada e impide que pueda seguir con mis recorridos y aventuras; siento que me han cortado las alas y soy una prisionera. Sé que en algún momento pasará esta pesadilla y podremos volver a nuestra rutina, al caos reinante en Lima, a las reuniones familiares, a una mejor situación económica y a los viajes que tanto anhelo. También soy consciente que hay muchas familias que la están pasando mal, pero a mi edad, viuda y viviendo sola, no puedo evitar sentir un poco de depresión por quedarme en casa.
Nuestro Perú es inmensamente rico en todo, en sus valles, quebradas, nevados, ríos, su historia, frutas, todo es bueno en este increíble país. Al recorrer muchos lugares pude valorar y amar a mi país, al ver cuanta riqueza tiene; cada viaje es una experiencia maravillosa, porque trato de valorar cada minuto, cada paisaje, cada momento.
Desde niña me ha gustado ser emprendedora, seguir mis instintos y perseguir mis sueños. Con mucho sacrificio he conseguido lo que hoy tengo, me enfrenté a la pobreza y pude salir de ella. Quizás me faltó mucho o poco, no lo sé, de lo que estoy segura es que mis padres me dieron lo mejor que tuvieron.
Debo reconocer que, a pesar de ser independiente, soy una mujer muy tímida. Me he construido un caparazón para demostrar mis miedos y temores, no hago amistades con facilidad y soy mas un ser solitario. Además, suelo ser muy selectiva con mis amistades no a cualquiera llamo mi amiga(o); eso sí, aquellos a los que considero amigos tienen mi total confianza y lealtad.
Ahora, me siento satisfecha de poder seguir mis sueños. Tengo dos hijos maravillosos y eso me hace sentir orgullosa y plena como madre. Ellos seguirán con sus vidas y yo seguiré siendo la viajera empedernida, yendo a todos esos lugares que aún me falta conocer. Necesito dejar de ser tímida y aprender a ser dueña de mí misma y ser feliz. Y, por supuesto, viajar.