La realidad siempre supera a la ficción, aún en pandemia

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La realidad siempre supera a la ficción, aún en pandemia
Foto: Cartel promocional de la película Contagio (Warner Bros)

Por: Victoria Pineda
Comunicadora, periodista e investigadora

En la película “Contagio” -que guarda varias coincidencias con la nueva pandemia por el Covid-19-, cuyo argumento es la aparición de un nuevo virus altamente contagioso y causa la muerte de millones de personas en poco tiempo, hay un personaje interpretado por Jude Law, cuyo nombre es Alan Krumweide.

Krumweide, cínico en todo sentido, es un partidario de las teorías de la conspiración y aprovecha la aparición de este virus para promocionarse. Luego de lograr cautivar a una gran audiencia, hace un video en el que parece presentar los síntomas del virus y se administra un supuesto medicamento llamado Forsythia que ‘milagrosamente’ lo cura.

Su video, que se hace viral, provoca que las personas -llenas de temor porque el gobierno no encuentra una vacuna que funcione- corra a las farmacias en busca de Forsythia, generando caos, vandalismo y más muertes. Casi al final de la película, descubrimos que Krumweide nunca tuvo el virus, solo fingió los síntomas para ganar mucho dinero con una “medicina” fraudulenta, sin importarle la muerte de personas (incluida una amiga suya) que confiaron en su falsa cura.

Lo más terrorífico del personaje de Law, es que a pesar de ser arrestado por fraude y conspiración es liberado rápidamente porque sus seguidores pagan su millonaria fianza, creyendo ciegamente, a pesar de las evidencias, en el hombre que les vende una mentira disfrazada de esperanza.

Pero, lo realmente aterrador es que en la vida real existen muchos Krumweide que, aprovechando el miedo de muchas personas, intentan vender falsas curas sin importarles que estas puedan causar justo lo que supuestamente pretenden evitar: la muerte.

El último de ellos es el dióxido de cloro, un gas altamente reactivo, considerado peligroso, un blanqueador y descontaminador de superficies industriales, es decir, todo menos un medicamento aprobado para uso humano. Recuerden, no es lejía, tampoco cloro, es una solución al 28% de clorito de sodio en agua destilada. En pocas palabras, es un desinfectante comercial.

No existe hasta la fecha ningún estudio científico, muestreo o grupo de estudio respecto a su supuesta eficacia contra el Covid-19, no es una vacuna, no está respaldada por la Organización Mundial de Salud (OMS), ni ninguna otra organización o instituto de prestigio.

Además, no se trata de un producto nuevo. Al dióxido de cloro han querido venderlo en el pasado como la cura de enfermedades tan completamente diferentes entre sí que hasta suena ilógica su promoción. Así tenemos que cura el cáncer, sida, autismo, diabetes, un poco más y hasta dirán que puede resucitar a los muertos.

Ahora, con el avance de la pandemia por el coronavirus, sus creadores y los seudocientíficos que la respaldan, vienen vendiendo la idea que es la cura que todos necesitamos pero que el capitalismo, las farmacéuticas, George Soros, Bill Gates y hasta los Illuminati, te ocultan porque quieren ganar dinero con su propia vacuna. Así de ilógico e irreal.

Lo peor de personajes como estos es que aprovechan la desesperación de personas ante un virus desconocido, del cual aún hay información confusa, no hay cura o vacuna disponible y (en países como el Perú) que no pueden acceder a un sistema de salud eficiente.

La única verdad comprobada hasta ahora es que aquellos que usan el dióxido de cloro terminan en el hospital con problemas gástricos, insuficiencia respiratoria, insuficiencia hepática aguda, vómitos y diarreas severas, entre otros.

Lo único que puede combatir a inescrupulosos es la información oficial. El Ministerio de Salud (Minsa) ofrece a diario (en sus redes y app) información respecto a las medidas sanitarias que todos debemos tomar para protegernos del Covid-19. También existen otras fuentes a las que puede consultar, como Científicos.pe.

Lo importante al momento de buscar información es asegurarse que la fuente consultada tiene algún respaldo científico u oficial. Lo otro es no creer en los mensajes, audios o videos que circulan en redes sociales o que amigos y familiares envían afirmando que tienen la cura del coronavirus.

No seamos como los fanáticos seguidores de Krumweide en la película. No creamos ciegamente en quien nos vende cebo de culebra como la solución a todos nuestros males. No ayudemos a propagar una mentira, ni a hacer millonarios a unos pocos a costa de la salud de los que más queremos.

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