Por: César Ortiz Anderson
Especialista en Seguridad Ciudadana y presidente de Aprosec
Para hablar de un fenómeno hay que conocerlo por dentro. Quienes se meten a enfrentar la corrupción de todas maneras salen heridos. Les cuento ello porque en el año 2002,2003, trabajé como asesor del ministro de Justicia y del presidente del Inpe.
Mi función era la de mejorar la seguridad en los penales y, al enfrentar frontalmente a las mafias, por difamaciones y calumnias de algunos Internos y un narcotraficante, el Estado me abrió un injusto juicio público por corrupción.
La Comisión de Fiscalización en manos de los apristas, me invitó en tres oportunidades (más una que yo solicite) para declarar sobre el tema. Al final del juicio oral y a pesar que mi principal acusador, el narcotraficante, me pidió perdón diciendo a las colegiadas que me había difamado, me sentenciaron a pena suspendida. Dicho esto empezaré mi artículo.
En la mayoría de países de Latinoamérica los tiempos de pandemia han sido la excusa perfecta para los corruptos que, sin nada de escrúpulos, realizaron grandes negociados. Esto no es propio solo del Perú, en todos los países ocurre la misma situación. En Bolivia , por poner un ejemplo, en una rápida investigación se puso tras las rejas al ministro de Salud y otros altos funcionarios en tan solo 10 días.
En el Perú estábamos más que avisados con el caso Lava Jato. Los cinco últimos gobiernos fueron corruptos, por ello la precariedad de nuestro sistema de salud, educación, seguridad ciudadana, transporte publico, etc. A ninguno de esos expresidentes les importó el país. Pero, como el ejemplo arrastra, también entraron alcaldes y gobernadores que hoy están presos o investigados.
La respuesta de Marcelo Odebrecht: “en el Perú ya los políticos y autoridades estaban corruptas, no era muy difícil negociar en esas condiciones” ante la pregunta de por qué había escogido a nuestro país como base en Latinoamérica fue una gran vergüenza.
Para acabar con un problema, lo primero es por empezar a aceptar que en el Perú la corrupción ha penetrado en toda nuestra sociedad y por ello se siente fortalecida. Además, existe todo un sistema muy bien estructurado, y en todos los niveles del Estado, que tiene como coraza a la impunidad.
Frases como “cuanto es la mía”, “vamos a medias”, “cómo es la nuez”, “la plata llega sola”, “un faenón”, “dejas el 20%”, “cómo es jefe”, “gasolina para el carro”, entre otras, han llegado, incluso a ser un modo de vida para muchos.
Sin duda, estamos ante un sistema que facilita los objetivos de los corruptos, porque muchas veces son esos corruptores quienes inician la llamada “coima”. Es el aceite que mueve el engranaje.
Pero, con todo y eso, que una autoridad sea corrupta en medio de una pandemia que ha dejado más de 10,800 muertos, infectado largamente a más del cuarto de millón de peruanos; con una crisis económica que ha llevado a millones de ciudadanos a la pobreza o pobreza extrema; es lo más asqueroso y bajo que puede haber.
Lo cierto es que carecemos de un real mecanismo de control y una prueba de ello es la presunta compra sobrevalorada de alcohol y mascarillas hechas por parte de la Contraloría. Es decir, ¿quién fiscaliza al fiscalizador?
Estamos ante una inacción que indigna. Las compras de mascarillas, kits de pruebas rápidas y moleculares, equipamiento médico, medicamentos, pago de bonos, estamos hablando que somos el país que más ha gastado en Latinoamérica y con muy malos resultados. No estamos calificando el resultado de la gestión, estamos señalando la problemática de corrupción.
Finalmente, todo esto ha servido para que un número importante de ciudadanos no crea en la política y en autoridades. Estaremos muy pendientes a la rendición de cuentas, pero se ha dado un evidente desprestigio político que complicará las próximas elecciones presidenciales. Ya no será más de lo mismo, ni borrón y cuenta nueva, pero en el corto plazo, paralelamente a las estrategias de enfrentar esta pandemia, exigimos que muestren y sancionen a los corruptos, me temo que de no ser así se avecina una anomia social, con resultados insospechados.
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