Por: César Ortiz Anderson
(Especialista en Seguridad Ciudadana y presidente de Aprosec)
El orden y la convivencia en la sociedad peruana están a punto de colapsar como resultado de los errores cometidos por el gobierno durante la pandemia del coronavirus. El hambre empieza a desesperar a los millones de seres humanos que viven en los cinturones de pobreza que rodean a Lima y a las ciudades peruanas más densamente pobladas: Trujillo, Chiclayo, Piura, Iquitos, Chimbote e Ica. La cuarentena y prolongado aislamiento forzado al que se ha sometido a la población peruana está llevando a la muerte lenta por inanición a millones de personas que viven en la extrema pobreza. Se dice que en el Perú se le teme más al hambre que al COVID-19. Lo que estamos viviendo es una situación de catástrofe humanitaria al borde de la hambruna.
Uno de los errores más graves cometidos por el gobierno ha sido no haber desarrollado ningún plan de emergencia alimentaria en las zonas de extrema pobreza distribuyendo masivamente alimentos a la población, distribución que debe estar a cargo de las Fuerzas Armadas, institución especializada en acudir al rescate de la nación en situaciones extremas; y no como se ha venido haciendo a través de las municipalidades o gobiernos locales, que han demostrado una vez más su falta de capacidad en caso de desastres humanitarios.
En vez de esta medida, se optó por la solución financiera, otorgando bonos a través del sistema bancario en un país en el que más del 40% de la población por debajo del límite de la pobreza no tiene una cuenta corriente y con un 70% de la PEA en la informalidad. Ante esta situación, la población -que en más del 45% ha perdido sus empleos como consecuencia de la crisis económica originada por la pandemia-, ha empezado a desobedecer la orden general de aislamiento social y se ha volcado a las calles en busca del sustento diario ocasionando que el problema sanitario se agrave aún más, impidiendo el control de la pandemia y provocando su mayor propagación llevando al colapso a todos los hospitales a nivel nacional.
A este problema debemos agregar otro que está enfrentando la ciudad: el tema delictivo. Se está notando más delincuencia en las calles, retomando una serie de modalidades, raqueteros, marcas, asaltos en la vía pública, robo de viviendas. Los fraudes, estafas y extorsiones por internet o las redes sociales, son delitos que se incrementaron durante la cuarentena y siguen en aumento. También se debe tener mucho cuidado con la venta de drogas, esta pandemia ha incrementado su consumo en adolescentes, Cedro ya realizó la advertencia.
Pero, quizá el peor error cometido por el gobierno durante la pandemia ha sido no poder poner freno a la creciente corrupción en el sector público, que se disparó durante la declarada emergencia sanitaria. Varias instituciones del Estado, así como empresas privadas, están involucradas no sólo en corrupción, también en el acaparamiento y especulación con el precio de las medicinas, oxígeno y equipamiento médico.
Al respecto, el Ministerio Público informó que, en estos meses, un total de 506 presuntos casos de corrupción han sido abordados por las fiscalías especializadas en delitos de corrupción de funcionarios de turno a nivel nacional.
La usura, egoísmo y ambición con la que algunos comerciantes se han comportado durante la pandemia -amparados en las leyes del libre mercado como la oferta y la demanda- está enardeciendo a la gente. La misma jefe del COVID-19 Pilar Mazzetti, señaló que todos los corruptos se les deber considerar como traidores a la patria. Esperamos que la impunidad no sea el manto de protección de aquellos que están lucrando y llenando sus bolsillos.
Para el gobierno, es el momento de hacer una reflexión y evaluar el desempeño erróneo del gabinete de ministros y de todo su equipo de trabajo, el cual debe reconocer que no ha estado preparado ante una situación de las características de la pandemia del coronavirus.
Ahora, lo que se necesita es un acertado recambio del recurso humano que enfrentará la crisis que ya ha sido identificada, con la ventaja de conocer cuáles serán los perfiles profesionales y las características de los especialistas que deberán hacerse cargo de las instituciones públicas con la finalidad de sobreponer al país del colapso.
Finalmente, es importante que los servicios de inteligencia estén trabajando estrategias y diseños de control en esta bomba de tiempo, que no solo es el descontento social, cuando la falta de trabajo y el hambre tocan las puertas, es seguro que el reclamo primero y la violencia después se harán presente, la historia así lo señala.
- Tags: crimen, delincuencia, desborde social, gobierno, peru, seguridad