El mito del bono familiar universal

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El mito del bono familiar universal

Se ha convertido casi en leyenda, y no por su gran historia, sino porque todos han escuchado de su existencia, pero la mayoría no lo ha visto. Se trata del llamado bono familiar universal, promesa hecha por el gobierno para más de 6 millones de hogares.

¿Lo ha recibido o conoce a alguien que haya sido beneficiado? Cada vez son más los que reclaman por no acceder al bono, ni poder inscribirse para cobrarlo

Pero, ¿lo ha recibido o conoce a alguien que haya accedido a él?

Hasta el 15 de marzo pasado, Basilia se levantaba a las 3 de la mañana para dirigirse desde su casa en el asentamiento humano San Alberto (Los Olivos) hasta Independencia, donde dormía en la vereda un par de horas más mientras esperaba que vinieran los repartidores de periódicos que ella luego vendería. Ese era su único medio de sustento.

Con la cuarentena Basilia no pudo seguir vendiendo sus diarios, por lo que utilizó los pocos ahorros que tenía para que ella, su hija y sus dos nietas puedan sobrevivir los supuestos 15 días que dudaría el aislamiento social obligatorio. Sin embargo, ese tiempo se alargó en más de una ocasión hasta llegar a los tres meses a la fecha.

En ese tiempo, el gobierno de Martín Vizcarra ha ofrecido diversos bonos para que familias de bajos recursos puedan sobrevivir a los días de encierro. Pero, Basilia, como muchos otros no recibió ninguno de ellos. Ni siquiera el último, llamado flamantemente “bono familiar universal”.

Su testimonio es uno de miles que encontramos en los medios, redes, vecinos, amigos. A veces, parece que la ayuda económica no hubiera llegado a nadie. Sin embargo, luego salen denuncias (como la hecha por la Contraloría) contra servidores públicos o sus familiares directos que -a pesar de contar con ingresos fijos que en muchos casos superan los 3,000 soles- han sido beneficiados con alguno de los bonos o hasta canastas de víveres.

¿A quién acuden estas personas que se sienten burladas? El Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) aseguró que aquellos que no estuvieran en la lista de beneficiados del último bono podrían inscribirse en el Registro Nacional de Hogares. Pero, esa parece ser otra burla.

Natividad tiene 61 años, es viuda y tiene un hijo que está en la universidad. Antes de la cuarentena podía pagar sus cuentas y el estudio de su hijo con el alquiler de algunos cuartos. A raíz del cierre de casi toda actividad económica, millones de peruanos perdieron sus trabajos, entre ellos se encontraban los inquilinos de Natividad.

Así, quedó sin más ingresos que una pensión de 500 soles por los 30 años que su esposo se desempeñó como profesor. Esto tiene que alcanzarle para la comida, luz, agua, su medicina para el corazón y encima la universidad. ¿Cómo es posible? No lo es. Ella dejó de pagar por los estudios de su hijo que tuvo que posponer su carrera hasta que “la situación mejore”. Mientras, Natividad se va endeudando cada día más con los recibos de luz, agua, las tarjetas de crédito a las que tuvo que recurrir para comprar algunos alimentos.

Por todo esto, ella, ansiosa, consultó si era beneficiaria del tan ansiado bono, solo para descubrir que no accedía. Intentó inscribirse en la página web dada por el Midis, pero se llevó la sorpresa de descubrir que no podía inscribirse que “su hogar ya había sido beneficiado” y que ingresara al otro enlace para que consulte si era beneficiaria. Es decir, un callejón sin salida.

Como ella, cientos de personas han pasado por lo mismo y han preguntado a dónde acudir o a quién reclamarle, sin obtener respuesta de alguna autoridad.

Con casi tres meses de cuarentena, miles de peruanos han quedado en total desamparo. Les han prohibido trabajar pese a no contar con ahorros porque sus precarios sueldos no se los permitía, les han prometido ayuda que nunca llegó, los han vapuleado por salir a intentar obtener ingresos con qué alimentar a los suyos, los han perseguido, quitado sus productos y hasta los han acusado de ser los causantes de la propagación del COVID-19. Pareciera que al Estado, ineficiente como siempre, le enfurece que estas personas se contagien y mueran por el nuevo coronavirus, pero no parece angustiarles que mueran de hambre. ¿Cuánto más deben esperar estas familias que solo piden sobrevivir? ¿Cuántas veces el gobierno va a jugar con sus ilusiones prometiendo bonos y ayudas que parecen ir con más facilidad a los que ya cuentan con ingresos fijos? Esperemos que no sea hasta muy tarde.

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