Por: Naty Pineda
Me llamo Mariano tengo 22 años, soy padre soltero desde los 20. Cuando me enteré que iba ser papá me llené de felicidad aunque también me asustó. La peor parte fue contarle a mi madre y mi hermana (que me cuidó como una segunda mamá), ya que en ese entonces estaba en séptimo ciclo de la universidad y sabía que les iba a chocar la noticia.
A pesar de todo mi familia me apoyó, mi mamá aseguró que seguiría pagando mis estudios (mi papá había fallecido tres años antes) y que podría terminar la carrera. Eso sí, fue tajante al decir que yo tendría que asumir los gastos de mi hija. Recuerdo que al inicio fue duro, tuve que conseguir varios trabajos “freelance” ya que por los estudios mi horario era complicado.
Los problemas con mi pareja empezaron casi desde el inicio. Su carácter cambió mucho en poco tiempo. Yo entendía que era por el embarazo, pero a veces me afectaba ya que por momentos parecía odiarme. Se enojaba por pequeñas cosas (si no le contesté el teléfono a tiempo, si le sonreí a una amiga, si al final de un mensaje no le dije amor, etc.).
Sin embargo, mi bebé nació y ella no cambió de actitud conmigo. No sé si nunca me quiso realmente, no sé si yo también lo hice, quedó embarazada a los dos meses de empezar a salir y, probablemente, ese fue uno de los problemas. Para cuando dio a luz ya las cosas iban muy mal y poco después ella terminó con todo.
Se podría decir que allí empezó la pesadilla. Cada vez que quería ver a mi hija ella ponía mil excusas, que iba a salir, que la bebé no se sentía bien, que me iba a volver a llamar para confirmar (y nunca lo hacía). A veces hasta llegaba a bloquearme y no contestaba mis llamadas, hasta que necesitaba algo para mi pequeña.
Se volvió un círculo vicioso. Si me demoraba un día en depositarle el dinero mensual para mi hija llamaba furiosa y cuando hacia el depósito a su cuenta y le pedía ir a visitar a mi bebé volvía a bloquearme o poner excusas.
Cuando mi hija cumplió un año fui con mi mamá y hermana a visitarla, pero a pesar que mi mamá tiene 60 años y está enferma del corazón ni siquiera la dejó pasar, solo nos recibió en la puerta. La razón: había organizado una pequeña fiesta de la que nunca me avisó. Mi mamá solo pudo ver a su nieta por menos de media hora. Lo peor fue que mi mamá le pidió entrar al baño y ella no la dejó, le dijo que había un estacionamiento de gasolina a una cuadra a la que podía ir. Fue humillante y frustrante para mí.
En los casi 2 años que tiene mi hija yo no he podido decidir absolutamente nada. Ella me recuerda constantemente que “es la madre”, que es su hija y que yo no tengo derecho alguno. Pero eso sí, tengo que pagar. Ella me cobra cualquier gasto que haga, así sean 5 soles. Una vez, ya molesto, cuando me pidió que le deposite 200 soles que había gastado supuestamente llevando a mi hija a una consulta, le pedí que me envíe una foto del recibo. Tremendo error, me costó que me bloquee de nuevo y que no pueda volver a ver a mi hija por un tiempo.
Para el día del padre quise pasar un momento con mi hija, pero jamás me recibió. Llevó a mi bebé a la casa de su abuelo a pasar allí día del padre e ignoró mis llamadas y mensajes todo el fin de semana. Fue un día del padre muy triste para mí, ya que realmente quise estar un momento al lado de mi pequeña.
Lo último que escribió fue para decir que depositarle dinero todos los meses no era suficiente. Que cada vez que vaya a ver a mi hija debía llevar al menos un regalo para que la bebé me pueda querer. No sé si ese es su concepto del amor, pero le dije que no era el mío, que en todo caso podía llevar algunos víveres. Su respuesta fue decir que no era bienvenido en su casa.
Cada vez me siento muy frustrado. Ella me ha dicho muchas veces que si quiero ver a mi hija vaya a un juzgado, que ella es la mamá y tiene todos los derechos. Yo no sé qué hacer, sé que en este país, al haber tantos malos padres, la justicia siempre está a favor de la madre. El problema es, ¿qué hay de aquellos pocos casos en que es al revés? Yo estudio y trabajo para que a mi hija no le falte nada, pero no es justo que no tenga ningún derecho sobre nada más que no sea darle dinero.
El maltrato no es solo hacia mí. Ella incluso ha amenazado con ir con su mamá a mi casa a romper todas las ventanas y hacer un escándalo en medio de la calle si es que no le doy más dinero. No le importa que mi mamá ya sea mayor y que sufra del corazón. Según su versión, yo soy un mal padre, incapaz de cuidar a mi hija, por eso no me deja llevarla a mi casa a pasar una tarde con mi familia, pero nunca me ha podido decir qué hice para que piense eso. Sé que hay muchos hombres que no se hacen responsables de sus hijos, pero aquellos que sí lo hacemos merecemos ser parte de su vida. Yo amo a mi hija, quiero verla crecer, quiero enseñarle a manejar su primera bicicleta, llevarla a su primer día de clases, quisiera, con ilusión, ver las posibles escuelas a las que podría asistir, pero sé que no es posible, la mamá jamás me consulta, ni deja que decida nada. No tengo ni voz ni voto, no tengo derechos, solo el deber de ser el proveedor. Me estoy perdiendo el descubrir junto a mi hija todas esas increíbles experiencias que te convierten en papá. Y eso duele y mucho.