Por: Victoria Pineda
Comunicadora, periodista e investigadora
Uno creería que en un momento como el que vive el Perú nuestras autoridades pensarían y pondrían por delante al país antes que a cualquier interés particular, o de amigos y auspiciadores. Uno creería que buscarían juntos salidas a esta terrible pandemia que ya nos ha dejado más de 20,000 muertos oficiales (y posiblemente el doble según estimados). Uno creería…
Pero, lo visto en los últimos días entre el Ejecutivo y el Congreso de la República muestra todo lo contrario. Por una parte, tuvimos a un primer ministro como Pedro Cateriano, con una actitud arrogante, por decir menos, y que priorizó un su discurso a la minería, a pesar que cada día el Covid-19 mata a cientos de personas.
Cateriano incluso minimizó el aumento de los nuevos casos de coronavirus, calificándolo como un “pequeño rebrote”, una de las frases que más se le criticó, y que no se explican en un hombre de política tan experimentado como él. Con su actitud, le fue imposible convencer a algunas bancadas como el Frente Amplio y Frepap, quienes le bajaron el dedo por diferencias ideológicas.
Pero, si bien la presentación del expremier no fue la más acertada para estos tiempos, también es cierto que la votación de otros grupos nada tuvo que ver con su discurso. La reunión previa entre Cateriano y el presidente del Congreso Manuel Merino, en la que este último le “recordó” los inconvenientes de tener al ministro de Educación Martín Benavides dentro de su gabinete, es una prueba de ello.
Dentro del nuevo parlamento hay bancadas y congresistas relacionados directa o indirectamente a universidades a los que la Sunedu no otorgó el licenciamiento. Esos legisladores, como los dueños de los partidos que representan, culpan a Benavides (quien antes dirigió esta entidad) de ser el responsable por el cierre de sus universidades.
Poco importa que dichas casas de estudio no hayan cumplido con ninguna de las condiciones básicas de calidad, que hayan tenido fachadas falsas, hayan estafado alumnos por años cobrando caras pensiones por un paupérrimo servicio. No, para ellos es más fácil culpar a Benavides que aceptar sus propios fracasos. Además, el cierre de dichas universidades significó el corte de un ingreso monetario que parecía ilimitado.
Tampoco les importa a varios congresistas el evidente conflicto de interés del que tanto se quejan respecto a otras entidades estatales. Un claro ejemplo es la actitud y votaciones de los parlamentarios de Podemos Perú, cuyo líder es José Luna Gálvez, dueño de Telesup, y cuyo hijo, ahora legislador del mismo partido, fue gerente general en dicha universidad.
Ahora, Merino y otros, han salido a rechazar cualquier condicionamiento hacia Cateriano y han asegurado que la presencia de Benavides nada tuvo que ver con negar la confianza al Gabinete. La respuesta de Vizcarra -quien recalcó que la reforma universitaria no se negocia- fue mantener a Benavides como ministro de Educación. Veremos ahora cuál es la respuesta del parlamento, más aún cuando sobre este pesa una interpelación que puede sacarlo de la cartera.
El problema es que mientras Ejecutivo y Legislativo pelean, los que sufrimos somos los peruanos. Nosotros, que tenemos que hacer frente a una pandemia con un sistema de salud colapsado y que no va a poder hacer frente a los miles de contagiados por Covid-19, sin importar cuantas pocas camas UCI nuevas se anuncien cada semana. Se necesita más: infraestructura, personal médico, protocolos, etc., toda la reingeniería de un sector ignorado por décadas durante varios gobiernos. Mientras, los casos aumentan al igual que los muertos.
Aún así, algunos políticos parecen realmente actuar bajo la defensa de intereses particulares y no los de la Nación. Solo queda esperar que, ahora, el Congreso no siga la premisa del “no me importa si se perjudican 10 mil o 100 mil personas, si favorece al Ejecutivo, NO VA”, que no piense en vacancias presidenciales que solo generaría una mayor crisis, ni en contar los votos de otros para decidir si apoyan o no un gabinete, o en interpelaciones a un ministro por la gestión que realizó en otra institución y no en la cartera que ahora dirige. En fin, esperemos que este Congreso piense en los peruanos y no en intereses particulares, solo así podrían demostrar que el presidente estaba equivocado.
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