El regreso seguro, gradual y flexible a las aulas también debe prever un espacio de apoyo a los padres; de lo contrario, el desarrollo de los estudiantes estará “comprometido”
Un pequeño grupo de 16 colegios de Lima inició el miércoles 15 de septiembre un plan piloto de retorno a clases de manera segura, flexible y voluntaria, en medio de la pandemia de COVID-19. Así, la semipresencialidad, que ya se implementa en Arequipa y algunas zonas rurales del país, permitirá a 13,371 estudiantes limeños volver al colegio después de más de un año y medio.
El esperado retorno, tal y como advirtieron organismos como el Banco Mundial y Unicef, permitirá a los alumnos recobrar su derecho a una educación de calidad. Sin embargo, pese a que el Ministerio de Educación (Minedu), en coordinación con el Ministerio de Salud (Minsa), estableció la vigilancia epidemiológica y los protocolos sanitarios para garantizar un regreso libre de contagios, quedan algunas interrogantes pendientes: ¿cuál ha sido el impacto del aislamiento en los estudiantes y cómo llegan psicológicamente a las aulas?
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Aislamiento y las consecuencias
Consultado por Pica News, el psicólogo Roberto Flores Casas comentó que existen diferencias en el impacto del confinamiento en adolescentes y en niños, sobre todo en estos últimos. Los primeros, explica, “de alguna forma tienen cierto nivel de desarrollo que los va a ayudar a enfrentar la situación”; en cambio, para los niños de hasta seis años, el contacto humano “es vital” y han sido privados de ello.
“Vamos a ver retrasos en el aprendizaje y lenguaje. La estructura educativa se va a ver afectada. Los docentes van a notar que los chicos tienen retrasos [al hablar, pintar, escribir o dar un volantín] y estos se puede percibir como trastorno si es que no se diagnostican bien”, advirtió. Estas características, indicó, serán consecuencia de una estimulación inadecuada.
“Por más que se ha intentado reemplazar todo en casa [silla, mesa y ‘tablet’], nada va a reemplazar el contacto real en un aula, un parque o visita guiada a fábricas, zoológicos”, aseguró. Por otro lado, el especialista apuntó que, en el caso de los adolescentes, es probable que haya deserción universitaria, cambio en los gustos y adicción a lo virtual ya que el contacto humano se redujo a la pantalla.
“Nos ha desnaturalizado porque somos seres sociales, y la comunicación no solo es escuchar a alguien, es ver su cuerpo, postura, comunicarnos sin necesidad de hablar”, detalló. Esta privación, afirma, ha hecho que algunos decidan alejarse de espacios educativos virtuales porque “ya se saturaron”, y soliciten un “tiempo sabático”; decisiones que, en cierta parte, son la “herramienta intuitiva” para adaptarsea la nueva normalidad”.
El psicólogo observa que estas condiciones también pueden generar algún tipo de cambio en el legado de los jóvenes como puede ser el caso de un estudiante que desistió de ser médico a causa de la pandemia y hoy siente “un vacío existencial”; o la cercanía a la muerte y el duelo en aquellos que tenían planeado su futuro pero perdieron a sus padres y ahora saben qué hacer con su vida. “Es autodescubrirse y empoderarse”, comentó.
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A esto se suma que el confinamiento hizo que afloren dificultades que tenían en el núcleo familiar y evidenció una falta de comunicación adecuada. “Las discusiones, sumado al miedo y ansiedad de enfermarse hizo que se sobrecarguen emocionalmente y no se sepan qué hacer. Les ha dejado una herida emocional importante que hay que sanar en psicoterapia”, sostuvo.
Aunque muchas consecuencias ahora no las notemos, con el tiempo “nos vamos a dar cuenta de la magnitud de qué tanto nos ha quebrado” el aislamiento”. Incluso, el volver a ver a un amigo después de mucho y no poder abrazarlo, pese a que nuestro organismo necesite contacto, también “nos va ir quebrando poco a poco”. “Vamos a necesitar apoyo y soporte psicológico”, opinó.
Padres agotados
Los estudiantes no son los únicos que necesitarán apoyo en este retorno a clases, también lo requerirán los propios padres de familia ya que se perciben “muy agotados” tras involucrarse sobremanera con el desarrollo académico de sus hijos cuando no tenían las herramientas para hacerlo. “Ahora se han dado cuenta que no es fácil, ya no se soluciona hablando con la profesora”, explica Roberto Flores.
“Como padres siempre debimos estar involucrado. Yo tenía que ser parte de la solución, es probable que yo sea parte del problema. Y eso no está mal, debo ser conciencia y ver qué soluciones ensayar”, reparó el psicólogo. Por ello, propone que, a la par de los protocolos sanitarios, se incluya un protocolo emocional para padres “porque están quebrados” y, “si ellos están quebrados, el desarrollo de sus hijos está comprometido”.
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“¿Cómo voy a recibir a ese papáque está frustrado, que tuvo que dejar su trabajo para acompañar a su hijo en la educación virtual y, ahora que su hijo vuelve al colegio, debe buscar trabajo de nuevo?”, cuestionó. “Necesitan ese espacio en el cual pueda llorar, un espacio terapéutico que los soporte y reestructurarse. El Estado no está planteando protocolos frente a esto, nadie se está preguntando eso, nadie ha dado una ruta y no sé por qué”, afirmó.
Retos al volver a clases
Por todo lo citado, el psicólogo con ocho años en el área educativa lamentó que las autoridades hayan priorizado la apertura de centros con alto riesgo de contagio de cara a la reactivación económica, que es positiva, sobre los protocolos para el área educativa. Sin embargo, resaltó que ahora es necesario “equivocarnos en el proceso” y aprender de ello, incluso si hay alumnos o docentes contagiados con el virus.
“[Si ocurre] No significa que esté mal y se tenga que volver a cerrar todo. Significa que debemos aprender qué se hizo mal en el protocolo para que no se repita, pero debemos seguir. […] Los chicos necesitan volver”, enfatizó. Es más, aprovechando el distanciamiento social, sugirió llevar a los estudiantes a espacios abiertos y a restructurar el aprendizaje a través del juego en todas las materias: matemática, historia, etcétera.
“Es una herramienta que nos ayuda para todo para que los chicos recepcionen información nueva, desarrollar habilidades sociales, generar vínculos entre docente y alumno. Hace que la recuerdes y apliques de manera inmediata y se consolide en ti”, dijo. Según detalló, es una herramienta indispensable en todos los niveles educativos: inicial, primeria y secundaria, incluso en ámbitos organizacionales.