Por: César Ortiz Anderson
Especialista en Seguridad Ciudadana y presidente de Aprosec
Que vamos por el sexto gobierno consecutivo acusado de corrupción ya no es novedad, la corrupción pareciera estar en el ADN de la mayoría de nuestros políticos. Pero, la pésima gestión hecha por el expresidente Martín Vizcarra, es una vergüenza internacional, ahora más aún que nos ha salido con el tema de las vacunas, bautizado como el “Vacunagate”.
Qué razón tenía Jaime Bayly que, desde su programa en Miami, bautizó al impresentable de Vizcarra como un “tartufo”. El significado es persona hipócrita y falsa, y viene por alusión al protagonista de la comedia epónima ” Tartuffe o el Impostor” del dramaturgo francés Jean Baptiste Poquelin, (1622-1673), más conocido por su nombre artístico Moliere, considerado como un escritor importante de la literatura francesa.
Vizcarra nos está arrastrando al descredito internacional, colocando al país al nivel de una republiqueta bananera, que se gobierna a base de antojos y caprichos y donde no solo la corrupción esta presente, lo está también el manto de impunidad que encubren estos actos que atentan contra todo un pueblo.
El vacado exmandatario ya había realizado un show de baja estofa en el escándalo del personaje de Richard Swing, cuya investigación, por cierto, hasta ahora no arroja ningún resultado. Pero, todo lo que está sucediendo hasta ahora avala que los miembros del Congreso lo vacaran. Cómo estará recordando PPK ahora la frase: “Felizmente aquí tengo a mi Martincito”, refiriéndose al Tartufo de Vizcarra.
Sin duda él y toda su corte de funcionarios están seguros que el látigo de la justicia no les llegará, total en los anteriores gobiernos la constante ha sido la impunidad. Nuestro circuito de justicia está alimentando la impunidad y con ese ejemplo están logrando que se multipliqué la delincuencia común, cuando los de arriba roban los de abajo pierden el respeto.
Peor aún, a dos meses de las Elecciones Generales del 2021 -y esta es una opinión personal-, la mayoría de candidatos solo empobrecen la política. ¡Qué tal bicentenario que estamos viviendo! Los buenos ciudadanos deben dejar esa inercia, hay muchas formas de protestar pacíficamente, sin salir y exponernos al contagio, yo lo hice en el año 2003 a raíz del secuestro del escolar Luis Guillermo Ausejo, con la campaña del lazo amarillo, los invito a buscarla por Internet y tal vez empezar un ¡Basta ya!.