Historia de una enfermera

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Historia de una enfermera

Por: Naty Pineda

Si hay un grupo de profesionales que se ha comportado como verdaderos héroes son los de medicina. Más aún las enfermeras, muchas veces ninguneadas, que están en primera línea atendiendo a los pacientes graves con Covid-19. Esta es la historia de una de estas anónimas guerreras que arriesgan su vida todos los días.

“Soy enfermera y me gusta mi profesión. Estudié con mucho sacrificio, con cuatro hijos a costa ya que mi esposo me abandonó por otra mujer y también se olvidó de los hijos que teníamos juntos, algo que le ocurre a muchas mujeres en este país.

A pesar de todas las dificultades y el poco dinero, me puse a estudiar. Sabía que era la mejor manera de educar a mis hijos y sacarlos adelante. Terminé mi carrera de enfermería pero, por mi edad, solo conseguía trabajos eventuales en diferentes hospitales ,casi nada seguro.

Luego, la pandemia del Covid-19 llegó al Perú y me presenté a una convocatoria para poder servir a nuestros hermanos. Para mí no es ningún sacrificio porque amo mi profesión, me costó mucho poder ejercerla.

Presto mi servicio en las Torres de Villa. Aquí llegan pacientes no graves y se quedan hasta recuperarse y se les dé el alta. Atendemos a médicos, policías, estudiantes, extranjeros y compañeras de profesión. Cuando los casos se agravan los derivan a otros hospitales y no sabemos qué pasa con ellos.

En la Villa no fallece ningún paciente, porque la mayoría son jóvenes de 19, 30 y 45 años. Somos muchas las enfermeras, médicos y técnicos que compartimos los departamentos porque trabajamos 20 días seguidos y descansamos 10.

Varios médicos, enfermeras y técnicos renuncian porque ven que es muy peligroso y no quieren contagiarse y poner en riesgo a sus familias. Muchos de nuestros pacientes son asintomáticos, por lo que debemos tener bastante cuidado. Soy humana, así que, aunque ame mi carrera, muchas veces me deprimo al ver tantos enfermos. Pero, después respiro, me recupero y sigo adelante. Me repito: DIOS está conmigo y nada ni nadie podrá tumbarme. Entonces le pongo más cariño a mis pacientes y cada mañana me levanto renovada y fuerte.”

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