Las iniciativas de los congresistas Rolando Campos (Acción Popular) y Lenin Bazán (Frente Amplio) extienden la prohibición del cultivo y crianza de transgénicos en el país
El Congreso de la República prepara un proyecto de ley para ampliar hasta el 2035 la moratoria para el ingreso y producción de organismos vivos modificados al Perú. Esto quiere decir, continuar la prohibición del cultivo y crianza de alimentos transgénicos en el territorio nacional como estipuló, en su momento, la Ley N°29811, promulgada en 2011.
La iniciativa legislativa, agendada a debate para el pasado 16 de octubre, no pudo ser analizada en el Pleno, por lo que está a la espera de una próxima observación. En tanto, la polémica en torno a los transgénicos continúa materializándose, ya sea través de campañas de expertos culinarios o diametrales desencuentros en las plataformas virtuales.
Por ello, Pica News conversó con dos ingenieros agrónomos, cada uno involucrado en la investigación tecnológica académica y la innovación agroecológica, para tener mejores luces sobre qué son y cuál es la dinámica detrás de los alimentos y semillas transgénicas. Además, por supuesto, para encontrar puntos de consenso al beneficio del agro y la sociedad.
La noción de transgénicos
El docente e investigador de la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM), Enrique N. Fernández-Northcote, explica que los transgénicos, los organismos vivos modificados o también llamados organismos genéticamente modificados (OGM), son organismos producidos por técnicas de la biotecnología moderna y que poseen una combinación nueva de material genético. “El transgénico es tomar un gen de una familia diferente, de una especie diferente, una bacteria por ejemplo, y ponerlo a una planta”, menciona.
Por ejemplo, indica, el gen “Bt”, que viene de la bacteria Bacillus thuringiensis, produce unas toxinas que matan específicamente a ciertos insectos, entonces esta toxina se introduce en el genoma de la planta para que estas produzcan la toxina y se protejan de esos insectos. “Esos fueron los primeros productos, por eso muchos OGM comercializados les llaman ‘Bt’ porque tienen este gen”, comenta.
“Hay otros transgénicos que reciben el nombre específico de cisgénicos y es cuando el gen viene de plantas de especies sexualmente compatibles. También se puede modificar el gen dentro de la misma planta, a esos ya se les llama intragénicos, por ejemplo, se altera la fisiología, la ruta bioquímica y entonces en lugar de producir una sustancia no lo hace o produce otra”, agregó Fernández-Northcote.
En esa línea, asegura que existen “transgénicos naturales” como el camote, producidos a lo largo de la coexistencia de las bacterias del suelo con numerosas plantas. “Una parte del ADN de esta bacteria, Agrobacterium tumefaciens, se inserta en el ADN de la planta. Se ha calculado que una de cada 20 plantas que existe en la naturaleza son transgénicos naturales por el mismo mecanismo que se utiliza para crear los transgénicos (en laboratorio)”, apuntó el especialista en Patología Vegetal.
Por otro lado, el presidente del Consorcio Agroecológico Peruano, Luis Gomero Osorio, sostuvo que esta manipulación de genes de una especie a otra no puede ocurrir de forma natural. “No puede haber el concepto de transgénico natural. El transgénico es cuando se cruza una especie diferente a otra y eso no va a suceder en la naturaleza por ninguna razón”, discrepó.
“Todos los procesos de cruzamiento son dentro de las especies establecidas, no se va a cruzar en forma natural el arroz con nuestros genes, es imposible”, detalló el también ingeniero agrónomo.
“Esto es parte de la ingeniería genética. Este es un gen de interés que extraen, con un transportador, y lo incorporan a otra estructura genética de otra especie. Ahí hay una manipulación de la vida en manera concreta. Y esto trasciende a los valores éticos porque puedes hacer lo que se te ocurra. Y no sabemos cómo puedes controlarla. ¿Qué pasa si se libera y creas una especie rara o agresiva y dominante? ¿Cómo lo controlas si ya la has liberado?”, dijo Gomero Osorio a Pica News.
Biodiversidad y salud
Uno de los argumentos que se opone firmemente a la liberación del cultivo y crianza de transgénicos esgrima la posibilidad de daños a la biodiversidad en países como el Perú. El agrónomo Luis Gomero Osorio asegura que, aunque no existen impactos ecológicos definidos, existen tendencias de riesgo de contaminación genética a las variedades locales y los parientes silvestres, “como se reportó en México”.
“No sabríamos cómo podrían evolucionar en el tiempo porque la ciencia tampoco lo ha determinado. Por eso, el protocolo de Cartagena estableció el principio precautorio que indica que los países donde puede haber un riesgo, pueden establecer una serie de mecanismos de regulación, dentro de ello: prohibiciones y moratorias. Muchos países han tomado una posición cautelosa, y nosotros somos un país megadiverso, nuestra cautela debe ser mucho mayor”, expresó.
En lo concerniente a los efectos de los transgénicos a la salud, Gomero reitera que existe aún una “zona gris” en las investigaciones. “Hay reportes que señalan que hay efectos en la salud, otros que no los hay. Los protransgénicos preguntan cuántos se han muerto por consumir alimentos transgénicos. Por supuesto que no se han muerto, pero la enfermedad crónica está presente”, manifiesta.
Enumera, por ejemplo, los estudios del investigador Gilles-Eric Séralini, quien alimentó con transgénicos a ratas y les provocó tumores, o las úlceras encontradas en los estómagos de porcinos alimentados con organismos modificados. “Hay investigaciones, por eso hay incertidumbre. Entonces en tiempos de incertidumbre, mejor me protejo. ¿Para qué voy a arriesgar si con lo que tengo gano y me posiciono mejor en el marco competitivo económico y ambiental?”, inquirió Gomero Osorio.
Sin embargo, Enrique Fernández-Northcote, especialista en Bioseguridad, afirma que los transgénicos son los organismos más estudiados, incluso más que los frutos del mejoramiento convencional. “Demora producir un transgénico porque tiene que hacerse una serie de pruebas para mostrar la inocuidad a la salud humana”, precisó.
Además, afirmó que informes como los del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA) muestran que los transgénicos favorecen, incluso, a la biodiversidad pues al no usar pesticidas, no se matan a los otros organismos benéficos alrededor de la planta, y que no ocasionaron problemas para la biodiversidad en países como la China, India, Brasil y Colombia también megadiversos como el Perú.
Fernández-Northcote expuso que el objetivo del alimento transgénico es producir más al combatir pestes. Además, configura “lo mismo que una variedad mejorada convencionalmente”, y que han coexistido el maíz, el algodón, la papa, con variedades nativas y especies silvestres sin presentar sin ocasionar desaparición de razas o su pureza la cual es seleccionada por el mismo agricultor.
“A través de un proyecto, llamado LacBiosafety, hicimos unos estudios a nivel molecular y se ha mostrado que, en el caso de la papa Yungay que s un hibrido de sangre tuberosa y andígena, usando marcadores moleculares determinamos que no pasaron genes de esta variedad a las variedades nativas que coexistieron en muchas zonas del país por lo menos en 10 o 20 años”, aseguró el agrónomo.
Por lo otro lado, revela que para liberar al medio ambiente un producto de la biotecnología moderna se hace un análisis de riesgo, caso por caso. No es lo mismo “liberar” un transgénico en la ceja de selva o en los andes peruanos, se debe, primero, estudiar las condiciones particulares y, luego, la autoridad competente autoriza el manejo que se debe tener.
No obstante, el presidente del Consorcio Agroecológico Peruano, Luis Gomero Osorio, refirió casos como en Asia o Argentina, donde la liberación de transgénicos “incrementó el uso de fertilizantes, de agrotóxicos”. “Cada vez usan más insumos químicos porque son sistemas drogodependientes”, aseveró.
Expuso que hay una distancia entre las investigaciones académicas y lo que sucede en el campo, pues no existen puentes para reconocer el trabajo de “nuestros ancestros y agricultores conservacionistas para mantener más de 3 mil variedades de papa, quinua, frejoles como parte de la evolución genética natural de las especies”.
“Lo que pasa es que los científicos no conocen el campo ni a los agricultores, ellos conocen sus laboratorios, sus equipos pero no están entendiendo lo que quiere el país. Lamentablemente las autoridades y el Gobierno se prestan y no aprueban marcos legales que nos ayuden a mover este potencial de recursos de biodiversidad que tenemos”, expresó Gomero Osorio.
Quien, junto con otro grupo de especialistas, comparó los niveles de productividad de los transgénicos con los híbridos locales que el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) desarrolló y encontró que los híbridos son mejores que los transgénicos. “¿Por qué, entonces, queremos una tecnología que nos va a manchar si tenemos la propia para poder producir más? ¿Es para satisfacer a las grandes corporaciones?”, cuestionó.
Más allá de los estudios que prueben o descarten alguna influencia negativa de los transgénicos a la salud humana y a la biodiversidad, existe una arista sobre la dependencia tecnológica a considerar. Al menos cuatro empresas (Bayer, Corteva, Chimchena y Bash) producen el 80% de semillas transgénicas que ofrece el mercado, estas tienen patentes por lo que los compradores, el Estado o agricultores, estarán sujetos a los paquetes que estas les ofrezcan.
Luis Gomero Osorio es contundente en afirmar que existe un “un claro juego de negocios” de parte de las empresas para aprovechar la diversidad de genes peruanos, desarrollarlos y patentarlos. “Se apropian de esos recursos genéticos bajo las estrategias de los tratados de libre comercio”, sentenció.
“Si nosotros dejamos la puerta abierta, traerán sus capitales, dirán que está creciendo la inversión y tranquilamente se les dará la información, se la van a llevar y, al final el Perú pierde. La idea de ampliar la moratoria es para conservar y proteger estos recursos de la agrobiodiversidad”, añadió el presidente del Consorcio Agroecológico Peruano.
Por otro lado, indicó que el Perú no es un mercado para las semillas transgénicas debido a que por su geografía montañosa, tiene áreas agrícolas pequeñas, y los transgénicos funcionan en grandes extensiones homogéneas “de tipos monocultivistas”. “No es una tecnología útil para los pequeños y medianos productores”, afirmó.
Asimismo, Gomero Osorio considera que abrir el uso de transgénicos no traería un beneficio económico pues, en estos casi 10 años de moratoria, el Perú se convirtió en un país referente libre de transgénicos, y las exportaciones crecieron cerca de USD$ 7 mil millones. Liberar el cultivo de transgénicos, reitera, podría perjudicar “nuestra imagen de un país gastronómico que sabe aprovechar sus recursos de biodiversidad y sus valores culturales”.
El especialista en Patología Vegetal, Enrique Fernández-Northcote, detalló que los agricultores que compran semillas transgénicas, firman un contrato que estipula se debe sembrar al menos una cantidad de hectáreas del mismo cultivo pero no transgénico, para evitar el desarrollo de resistencia a la plaga. “Los genes que utilizan en muchos casos son positivos, o sea que si se pasara un gen que da resistencia contra una enfermedad devastadora, a otra variedad (de planta), la va a beneficiar”, aseguró.
Además, puntualizó que “la dependencia ya existe”, pues los mejores híbridos del maíz, por ejemplo, son importados, y el agricultor paga por esas semillas. “Justamente si nosotros hacemos nuestra propia investigación y generamos nuestros propios transgénicos, no vamos a depender de nadie”, asintió.
Fernández-Northcote enfatizó que la prohibición del cultivo y crianza de transgénicos “nos hace más dependientes”, y que esto se agudizará conforme pase el tiempo y la población aumente. “Se necesita más alimentos y los países ya no van a exportar tanto porque van a necesitar a su propia semilla y alimento transgénicos”, adelantó.
“Es muy conveniente que nos vayamos independizando y para hacerlo tenemos que generar nuestros propios productos de la biotecnología moderna. Los que se oponen van a volver a los agricultores más pobres todavía de lo que estamos”, sostuvo.
La Ley N° 29811, ley de la moratoria al ingreso y producción de transgénicos al territorio nacional, no prohíbe la investigación. En ese sentido, el ingeniero Luis Gomero Osorio manifestó que no se plantea impedir la investigación, pues esta es necesaria para fines médicos que son “más viables” porque los resultados van al paciente y no de manera extensa al mundo.
Producción nacional
Ambos especialistas coinciden en la importancia que el Perú produzca sus propias semillas, transgénicas o no. “¿Por qué debemos traer? Nosotros hagamos toda la tecnología de la selección de semillas de calidad. El Estado debe asumir eso. Lo que pasa es que vamos por lo fácil y buscamos que las empresas traigan semillas y no hacemos un trabajo ágil para revalorar nuestros recursos en la biodiversidad y producir nuestras propias semillas como deberíamos”, señaló Gomero Osorio.
Quien, comentó que lo ideal es vender productos y que las semillas “las generemos nosotros se ha hecho históricamente”. De esa forma, se mantiene la agrobiodiversidad a través de un sistema de selección, conservación y mantenimiento de las semillas. “Si tenemos variedades de maíz es por un proceso que está dentro de la tradición cultural de los agricultores”, atestiguó.
“Si quieres tecnificar eso, ayuda a los agricultores a ser más selectivos y rigurosos y, como Estado, certifica sus semillas. Ese es el camino más loable, más viable en lugar de darle poderes a las grandes corporaciones de que se apropien de sus semillas porque, tienen capital y tecnología, las modifican, patentan y luego nos la venden”, anotó Gomero.
Al menos el 90 % de las semillas de calidad son importadas, y el precio incluye el porcentaje para la empresa. En el caso del tomate, por ejemplo, muchos de los que se importan tienen genes provenientes de especias silvestres peruanas con resistencia a patógenos y cualidades comerciales, indica el agrónomo Fernández-Northcote.
“En lugar de haber desarrollado nuestros propios cultivares, otros países lo han hecho y ahora nosotros importamos tomates que tienen genes de nuestra biodiversidad. Falta estímulo para solucionar factores limitantes que no han podido ser solucionados de una manera convencional, clásica”, manifestó en clara apuesta hacia los organismos vivos modificados.
Además, mencionó que existe un vacío en la norma que se debe subsanar o, mejor dicho, cumplir: aprobar los Reglamentos Internos Sectoriales de Bioseguridad. Esto quiere decir, establecer lineamientos que eviten riesgos para la salud y el medio ambiente. “Hay gente que cree que porque se va a decretar el reglamento interno sectorial se va a abrir la puerta a los transgénicos, no. Lo necesitamos, inclusive, para autorizar los alimentos que estamos comiendo que son transgénicos como el maíz y la soja”, asegura.
Por ello, Enrique Fernández-Northcote apunta a que en lugar de extender la moratoria al cultivo y crianza de organismos vivos modificados o transgénicos lo que se necesita es aprobar los Reglamentos Internos Sectoriales de Bioseguridad de cada Órgano Sectorial Competente, tal como establece la Ley de Prevención de Riesgos derivados del uso de la Biotecnología (Ley 27104).
El debate sobre el ingreso de transgénicos al Perú aún no tiene fecha en el Congreso, pero se trata de un tema complejo, que debe analizarse desde diversos ángulos y valorando los pros y contras. Descalificar una u otra posición sin haberse estudiado no ayuda a elegir lo mejor.
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