El Perú está atravesando una de las peores crisis sanitaria, económica y, ahora, política de su historia. Si bien la cifra de infectados y fallecimientos por COVID-19 parece, al fin, llegado a la tan mencionada meseta y empezado un constante descenso, no ocurre lo mismo en lo político.
A pocos le quedan dudas que el anterior Congreso hizo del obstruccionismo un deporte y, con un partido con mayoría y un gobierno sin bancada, se volvió imposible llevar adelante políticas de Estado. Por eso, el cierre del Parlamento fue tan celebrado por la población.
Lo que muchos no previeron es que los nuevos legisladores no aprenderían de los errores de sus predecesores o que incluso actuarían de peor manera. Este nuevo Congreso no solo ha aprobado leyes populistas que en apariencia “son pensadas en los peruanos”, pero que en la realidad solo favorecen a un pequeño grupo en desmedro de la mayoría. Son leyes tan mal hechas que el Tribunal Constitucional ya declaró inconstitucional una de ellas y hará lo mismo con las otras.
Muchas voces han elevado su voz de preocupación por la avidez del Parlamento en lapidar la poca liquidez que le queda al país tras enfrentar esta pandemia. También han mostrado su preocupación al ver el poco interés de las bancadas en discutir problemas de fondo, como la reforma electoral (quedan solo 10 días para que se aprueben y puedan regir en las elecciones de 2021), a la que siguen pateando y cambiando a su conveniencia.
La última maniobra de este Congreso ha sido aprobar una vacancia de incapacidad moral contra el presidente Vizcarra, de manera exprés, con una rapidez que no muestran con sus propios miembros (cuyos audios, acusaciones y hasta sentencias son más evidentes).
No solo eso, se ha puesto en evidencia un posible intento de golpe de Estado que tampoco parecen interesados en investigar o aclarar, y eso lo demuestran los 93 votos en contra de la censura a Manuel Merino, quien llamó a altos mandos de las Fuerzas Armadas antes incluso que se presente la moción de vacancia.
Es cierto que los audios del presidente Vizcarra deben ser investigados y que este debe responder ante la Fiscalía. Es cierto que su manejo de la crisis ha tenido muchos cuestionamientos y que parece haber perdido el liderazgo que mostró al inicio de la pandemia. Pero, nada en esos audios o en su gobierno son causales para una vacancia, menos aún en un momento de crisis como el que atraviesa el Perú.
Falta menos de un año para que Martín Vizcarra deje la presidencia, ya convocó a elecciones generales en donde ha anunciado que no participará, tampoco presentará bancada. También ha anunciado que se someterá a las investigaciones en su contra. ¿Por qué buscar desesperadamente, y a través de un personaje tan cuestionado, una vacancia que solo generaría más caos y polarización?
El 70% de peruanos está en contra de la vacancia presidencial. La mayoría, nuevamente, expresa no sentirse representada por este Congreso, gremios nacionales e instituciones internacionales se han mostrado en contra de vacar al presidente. Y, a pesar de todo esto, un grupo de parlamentarios insiste en seguir con la vacancia “pensando en todos los peruanos”.
Enfoquémonos en los verdaderos problemas que aquejan al país: desempleo, subempleo, pobreza, falta de infraestructura en salud, reforma política, elecciones transparentes. Esto es lo que debe discutirse y exigirse a las autoridades.
Es tiempo que estos piensen y pongan al Perú primero. Una lucha por el poder nunca ha beneficiado a ninguna Nación, al contrario termina por perjudicar a los que menos tienen. Dejemos de lado intereses particulares y permitamos que el país vuelva a crecer.
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